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La UE ha dado a conocer su programa de inversión en infraestructuras de 300 000 millones de euros para los países en vías de desarrollo. Los europeos se enfrentan ahora al reto de vender su alternativa a la iniciativa de la Franja y la Ruta, una alternativa de la UE basada en valores, a un mundo cada vez más escéptico con la democracia.

Shane O’Callaghan, el 10 enero de 2022

El 1 de diciembre de 2021, la Unión Europea anunció su entrada en la competición geopolítica de los programas de inversión en infraestructuras para los países en vías de desarrollo con su programa Puerta Global (Global Gateway) de 300 000 millones de euros. Aunque no menciona a China, el programa es claramente la alternativa europea de la multimillonaria Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative – BRI) de China y muchos lo consideran un intento de contrarrestar la creciente influencia mundial de este país.

En un comunicado, la Comisión Europea ha descrito el programa como «la nueva estrategia europea para reforzar las conexiones inteligentes, limpias y seguras en el ámbito digital, la energía y el transporte y reforzar los sistemas de salud, educación e investigación en todo el mundo». La UE afirma que Puerta Global ofrece «conexiones sostenibles y de confianza» y que el programa «ayudará a tratar con algunos de los retos mundiales más apremiantes», como el cambio climático, la protección del medio ambiente, la mejora de la seguridad sanitaria y el fortalecimiento de la competitividad y las cadenas de suministro mundiales.

Puerta Global utilizará a las instituciones financieras y de desarrollo de la UE y sus Estados miembros, como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), para coordinar y financiar los distintos proyectos con los países afiliados. Además, reclutar al sector privado para que invierta en los proyectos es otro aspecto crucial del programa. La UE afirma que también «proporcionará asistencia técnica a los socios para mejorar su capacidad de llevar a cabo proyectos viables, garantizando la rentabilidad de las infraestructuras».

La UE ha ofrecido un desglose general de la financiación. El plan establece que, de 2021 a 2027, se pondrán a disposición hasta 135 000 millones de euros de inversiones garantizadas para proyectos de infraestructuras con cargo al Fondo Europeo de Desarrollo Sostenible+ (FEDS+). Otros 18 000 millones de euros en subvenciones procederán del presupuesto de la UE, y las instituciones financieras y de desarrollo europeas han previsto hasta 145 000 millones de euros en inversiones.

Teniendo en cuenta que ofrecen una cantidad de dinero significativamente inferior a la cantidad de entre 1 y 8 billones de dólares que se calcula que han aportado los chinos a través de la BRI, los europeos parecen estar argumentando su plan en base a valores. El programa hace hincapié en los valores democráticos, la buena gobernanza y la transparencia, las asociaciones igualitarias y las infraestructuras sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. En lo que sólo puede considerarse como un claro contraste de la UE con el modelo autoritario de China, la Comisión afirma que «invertirá en la estabilidad y la cooperación internacionales y demostrará cómo los valores democráticos ofrecen seguridad y equidad para los inversores, sostenibilidad para los socios y beneficios a largo plazo para las personas de todo el mundo».

En otro reproche al enfoque chino, la UE explica que ofrecerá condiciones financieras sólidas a los socios, como subvenciones, préstamos favorables y garantías presupuestarias para reducir los riesgos de inversión y mejorar la sostenibilidad de la deuda. El hecho de haber incluido esto en la descripción del programa parece aludir a las acusaciones de que China utiliza los préstamos depredadores como medio para ganar influencia sobre los países en los que financia proyectos, una táctica que se conoce como la «diplomacia trampa por la deuda».

Naturalmente, China niega las acusaciones de que esté incurriendo en tales prácticas malvadas y se limita a mantener que la Iniciativa de la Franja y la Ruta es su esfuerzo por ayudar a los países en desarrollo a acceder a la financiación necesaria para proyectos importantes de infraestructura, al igual que la Puerta Global. Los expertos siguen debatiendo si China está utilizando préstamos abusivos para ampliar su influencia, pero lo que no se discute es que China está ofreciendo cantidades masivas de dinero. Se calcula que los programas de infraestructuras previstos en la BRI, que abarcan más de 60 países, costarán más de 8 billones de dólares.

Además de invertir mucho más dinero, los chinos ofrecen préstamos con aparentemente muchas menos condiciones. China no basa los préstamos en principios como la democracia, el Estado de Derecho, los derechos humanos, la protección del medio ambiente o la sostenibilidad. De hecho, la BRI de China ya ha sido acusada de agravar numerosos problemas medioambientales, como la creciente dependencia del carbón, el uso excesivo de los recursos naturales y la alteración de los ecosistemas. Además, se han denunciado violaciones de los derechos humanos, como el trabajo forzoso, cometidas durante los proyectos de la BRI. Si las acusaciones de la diplomacia de la trampa de la deuda son falsas, o un país cree que puede devolver el préstamo, los bajos estándares de China pueden ser atractivos para los numerosos países que no dan mucha importancia a principios como la protección del medio ambiente, la democracia y los derechos humanos.

Aunque la UE contrasta su Puerta Global basada en valores con la BRI y presenta un argumento decente, China ya tiene una gran ventaja, ya que la BRI fue adoptada en 2013. Además, se prevé que la BRI tenga un impacto económico mundial innegablemente positivo, y un estudio del Centro de Investigación Económica y Empresarial del Reino Unido estima que podría aumentar el PIB mundial en 7,1 billones de dólares al año para 2040. La BRI también cuenta con el apoyo de innumerables países, incluidos algunos Estados miembros de la UE. Muchos países de la UE se han unido a la BRI, como Bulgaria, República Checa, Estonia, Grecia, Hungría, Italia, Letonia, Luxemburgo y Polonia, por nombrar algunos.

La competición geopolítica por la financiación de proyectos de infraestructuras en los países en desarrollo no ha hecho más que empezar, y el Puerta Global de la UE es la última oferta importante que se ha puesto sobre la mesa. Llega sólo unos meses después de que el G7, liderado por Estados Unidos, anunciara la iniciativa Build Back Better World (B3W), cuyo objetivo es hacer frente a los 40 billones de dólares que se estiman necesarios para infraestructuras en los países en desarrollo.

Lo ideal sería que China, la UE y otras naciones ricas colaborarán para ayudar a los países en vías de desarrollo y se adhieran a normas medioambientales y de derechos humanos similares. La realidad es que la diferencia de sistemas políticos y prioridades hace que esto sea casi imposible, y ya se está convirtiendo en una competición entre las democracias liberales y China por la influencia mundial. Con la fe en la democracia disminuyendo en todo el mundo, será interesante ver si las naciones en desarrollo optan por programas basados en valores como el Global Gateway de la UE, eligen el casi incondicional pero potencialmente depredador BRI de China, o simplemente eligen el programa que más se ajuste al sistema político de su país.

Picture: December 1, 2021, Brussels, Belgium: EU Commission President Ursula VON DER LEYEN (left) and European Commissioner for International Partnerships Jutta URPILAINEN give a press conference on the Global Gateway at the EU Commission headquarters. Brussels, Belgium, December 1, 2021. Brussels Belgium © IMAGO / ZUMA Wire

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